Cuento sobre: Gratitud, Amistad y Solidaridad.
En un tranquilo barrio, vivía una niña llamada Karla. Karla era conocida en su comunidad por su amabilidad y disposición para ayudar a los demás. Un día soleado, mientras paseaba cerca de su casa, encontró a Tomás, un niño que estudiaba en su escuela y que parecía estar muy preocupado. Tomás se había perdido mientras jugaba y, además de estar desorientado, tenía hambre.
Karla se acercó a él con una sonrisa y le
preguntó:
—Hola, Tomás, ¿estás bien? ¿Necesitas
ayuda?
Tomás, sintiéndose tranquilo de encontrar a
alguien que se preocupaba por él, respondió:
—¡Sí, por favor! Me he perdido y no sé cómo
regresar a casa. Además, tengo mucha
hambre.
Karla, sin pensarlo dos veces, lo tomó de la
mano y le dijo:
—No te preocupes, vamos a mi casa. Te daré
algo de comer y te ayudaré a encontrar el
camino de regreso.
Al llegar a la casa de Karla, su madre estaba
en la cocina preparando un delicioso almuerzo.
Karla le explicó la situación y su madre, ella
gustosamente accedió a preparar una merienda
para Tomás. Mientras comían, Tomás le contó a
Karla cómo se había perdido y cuánto le
agradecía su ayuda.
—¿Cómo puedo pagarte por toda tu
amabilidad? —preguntó Tomás.
Karla, con una sonrisa cálida, respondió:
—No necesitas pagar nada. Siempre me
gusta ayudar a quienes lo necesitan. Lo único
que me importa es que te sientas bien y que
vuelvas a casa seguro.
Tomás se sintió muy agradecido y le dio un
cálido abrazo a Karla. Ella recibió su abrazo y
muy hábilmente lo dirigió hacia la ruta que lo
llevaría a su hogar. Los dos se despidieron y
Karla se aseguró de que Tomás pudiera llegar
fácilmente de regreso a casa.
Pasaron unas semanas, y un día, Tomás
estaba jugando en el parque con algunos
amigos. Mientras corría, tropezó con una piedra
y cayó al suelo, golpeándose la pierna. El dolor
era intenso y Tomás no podía levantarse.
Intentó pedir ayuda a sus amigos que estaban
cerca, pero ellos, estaban demasiado ocupados
con su juego para notar la situación en la que
Tomás se encontraba.
Al ver a Tomás en el suelo, Karla, que estaba
dando un paseo por el parque, se acercó de
inmediato. Se agachó junto a él y, al ver el dolor
en su rostro, dijo:
—Tomás, ¿qué te ha pasado?
Tomás, entre lamentos, le explicó lo que había
sucedido. Karla, sin dudarlo, sacó de su mochila
un pequeño botiquín que siempre llevaba
para emergencias. Con mucho cuidado, limpió
la herida de Tomás, aplicó una venda y le ofreció
algo de agua para calmarlo. Luego, lo ayudó a
levantarse y lo acompañó hasta su casa.
Tomás, más que agradecido y sorprendido
por la bondad de Karla, le dijo:
—¡No puedo creer que hayas venido a
ayudarme! No esperaba que alguien me
ayudara, y en especialmente tú. Esta es la
segunda vez que me ayudas. Dime ¿Qué
puedo hacer por ti?
Karla le respondió con una sonrisa:
No te preocupes por nada. Algún día harás
algo por mí. Y será tu turno de devolverme el
favor.
La amistad y la ayuda mutua son muy
importantes.
Tomás, conmovido por el gesto de Carla, le
dijo:
—Si todos fueran tan solidarios y agradecidos
como tú, el mundo sería un lugar mucho mejor.
La gente se sentiría más unida y ayudaría a los
demás sin dudarlo.
Unos meses después, llegó el cumpleaños de
Karla. Ella no esperaba grandes sorpresas, ya
que lo único que había pensado era pasar el día
con su familia. Esa tarde, cuando menos lo
esperaba, sonó el timbre de su casa. Al abrir la
puerta, se encontró con Tomás y varios de sus
amigos, todos sonriendo y con una caja
envuelta en papel de regalo.
—¡Feliz cumpleaños, Karla! —gritó Tomás
emocionado—. Todos quisimos hacer algo
especial para ti, como agradecimiento por
ayudarnos y estar ahí cuando te necesitamos.
Este regalo es una muestra de nuestra gratitud.
Karla, sorprendida y conmovida, abrió el
regalo. Dentro, había un libro hecho a mano con
dibujos y mensajes de cada uno de sus amigos,
contando historias de cómo ella los había
ayudado a lo largo de todo este tiempo.
—Esto es para recordarte lo importante que
eres para nosotros —dijo Tomás—. Gracias por
ser una amiga tan especial.
Karla, con lágrimas en los ojos, abrazó a cada
uno de ellos, agradecida por lo que Tomás y sus
amigos estaban haciendo. Se dio cuenta de que
las pequeñas acciones de bondad que habían
realizado tenían un resultado más grandioso de
lo que jamás imaginó.
Moraleja: Cuando alguien te brinda su ayuda en un momento de necesidad, es fundamental mostrar gratitud y estar dispuesto a ofrecer ayuda a esa persona si lo necesita. La solidaridad y el agradecimiento no solo fortalecen nuestras amistades, sino que también contribuyen a hacer del mundo un lugar más amable y bondadoso.
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