jueves, 19 de diciembre de 2024

Cuento: EL SUEÑO DE SOFÍA



 


EL SUEÑO DE SOFÍA 


Cuento sobre: Perseverancia y Familia. 

En un pintoresco pueblito costero, vivía una niña llamada Sofía, quien soñaba con ser una famosa artista. A pesar de que su familia no tenía mucho dinero, su hogar estaba lleno de amor y apoyo. Sofía era la mayor de cuatro hermanos: Diego, Valentina y Emiliano. Sus hermanos siempre la alentaban a seguir su sueño de convertirse en una gran artista. Sofía encontraba inspiración en todo lo que veía a su alrededor: el mar azul, las aves multicolores y las casas pintorescas del pueblo. La vida no siempre fue fácil para Sofía. Su padre había fallecido cuando ella era pequeña, y su madre, que estaba enferma, necesitaba mucha atención y cuidado. Sofía tuvo que dejar la escuela para ayudar a su madre y a sus hermanos. Durante el día trabajaba en el mercado local, vendiendo frutas y verduras, y por la noche se refugiaba en su pequeño estudio, pintando y creando hermosas obras de arte que reflejaban su esperanza y sueños. Amedida que el tiempo pasaba, la salud de su madre se deterioró y, lamentablemente, falleció después de varios meses de lucha. Sofía, ahora encargada de cuidar de sus hermanos, se vio obligada a seguir adelante con su vida diaria, equilibrando el trabajo y el cuidado de sus hermanos. Aunque las dificultades eran muchas, nunca dejó de pintar. Para ella, el arte era una forma de encontrar paz y alegría en medio de la adversidad. Un día, mientras Sofía trabajaba en su último cuadro, sus hermanos decidieron hacer algo especial para ella. Querían mostrarle cuánto apreciaban su dedicación y esfuerzo. Aunque no tenían mucho dinero, lograron organizar una pequeña exposición en la sala comunitaria del pueblo. Con la ayuda de algunos vecinos, montaron una exhibición de las obras de Sofía. Diego, Valentina y Emiliano se encargaron de invitar a todos los residentes del pueblo, con la esperanza de que el talento de Sofía fuera reconocido. El día de la inauguración, la sala estaba decorada con banderines y flores, y el ambiente era de gran entusiasmo. Los cuadros de Sofía adornaban las paredes, cada uno capturando la esencia de su visión artística. Los visitantes quedaron maravillados con la calidad y la creatividad de sus obras. Pronto, los elogios comenzaron a llegar, y la noticia sobre el talento de Sofía se extendió por el pueblo y más allá. Sofía, sorprendida y emocionada, vio cómo su sueño comenzaba a hacerse realidad gracias al apoyo incondicional de sus hermanos. Las críticas positivas y las ventas de sus cuadros fueron creciendo, y Sofía pronto comenzó a recibir invitaciones para exponer en otras ciudades cercanas. Con el paso de los años, Sofía se convirtió en una reconocida artista. Sus hermanos también habían alcanzado el éxito en sus respectivos campos. Diego se convirtió en un talentoso chef, conocido por sus deliciosos platos; Valentina se convirtió en una médica destacada, admirada por su dedicación y habilidad; y Emiliano se hizo conocido como un ingeniero innovador, contribuyendo casas e importantes edificios en la ciudad. Sofía encontró el amor y formó una hermosa familia con hijos a quienes enseñó a amar el arte. Cada día, Sofía seguía pintando con pasión y dedicación, agradecida por el apoyo de su familia y por la oportunidad de cumplir su sueño. Su historia inspiró a muchas personas, demostrando que con perseverancia y el apoyo de quienes amamos, podemos superar cualquier obstáculo y alcanzar nuestras metas más preciadas. 

Moraleja: Con perseverancia y el apoyo de nuestros seres queridos, podemos superar las dificultades y alcanzar nuestros sueños. La gratitud y el esfuerzo constante son la clave para lograr el éxito y la felicidad.





Cuento: LA AMISTAD DE KARLA Y TOMÁS

 


LA AMISTAD DE KARLA Y TOMÁS 


Cuento sobre: Gratitud, Amistad y Solidaridad. 

En un tranquilo barrio, vivía una niña llamada Karla. Karla era conocida en su comunidad por su amabilidad y disposición para ayudar a los demás. Un día soleado, mientras paseaba cerca de su casa, encontró a Tomás, un niño que estudiaba en su escuela y que parecía estar muy preocupado. Tomás se había perdido mientras jugaba y, además de estar desorientado, tenía hambre. 

 Karla se acercó a él con una sonrisa y le preguntó: 

 —Hola, Tomás, ¿estás bien? ¿Necesitas ayuda? 

 Tomás, sintiéndose tranquilo de encontrar a alguien que se preocupaba por él, respondió: 

 —¡Sí, por favor! Me he perdido y no sé cómo regresar a casa. Además, tengo mucha hambre. 

 Karla, sin pensarlo dos veces, lo tomó de la mano y le dijo: 

 —No te preocupes, vamos a mi casa. Te daré algo de comer y te ayudaré a encontrar el camino de regreso. 

 Al llegar a la casa de Karla, su madre estaba en la cocina preparando un delicioso almuerzo. Karla le explicó la situación y su madre, ella gustosamente accedió a preparar una merienda para Tomás. Mientras comían, Tomás le contó a Karla cómo se había perdido y cuánto le agradecía su ayuda. 

 —¿Cómo puedo pagarte por toda tu amabilidad? —preguntó Tomás. 

 Karla, con una sonrisa cálida, respondió: 

 —No necesitas pagar nada. Siempre me gusta ayudar a quienes lo necesitan. Lo único que me importa es que te sientas bien y que vuelvas a casa seguro. 

 Tomás se sintió muy agradecido y le dio un cálido abrazo a Karla. Ella recibió su abrazo y muy hábilmente lo dirigió hacia la ruta que lo llevaría a su hogar. Los dos se despidieron y Karla se aseguró de que Tomás pudiera llegar fácilmente de regreso a casa. 

 Pasaron unas semanas, y un día, Tomás estaba jugando en el parque con algunos amigos. Mientras corría, tropezó con una piedra y cayó al suelo, golpeándose la pierna. El dolor era intenso y Tomás no podía levantarse. Intentó pedir ayuda a sus amigos que estaban cerca, pero ellos, estaban demasiado ocupados con su juego para notar la situación en la que Tomás se encontraba. 

 Al ver a Tomás en el suelo, Karla, que estaba dando un paseo por el parque, se acercó de inmediato. Se agachó junto a él y, al ver el dolor en su rostro, dijo: 

 —Tomás, ¿qué te ha pasado? 

 Tomás, entre lamentos, le explicó lo que había sucedido. Karla, sin dudarlo, sacó de su mochila un pequeño botiquín que siempre llevaba para emergencias. Con mucho cuidado, limpió la herida de Tomás, aplicó una venda y le ofreció algo de agua para calmarlo. Luego, lo ayudó a levantarse y lo acompañó hasta su casa. 

 Tomás, más que agradecido y sorprendido por la bondad de Karla, le dijo: 

 —¡No puedo creer que hayas venido a ayudarme! No esperaba que alguien me ayudara, y en especialmente tú. Esta es la segunda vez que me ayudas. Dime ¿Qué puedo hacer por ti? 
 
Karla le respondió con una sonrisa: 

No te preocupes por nada. Algún día harás algo por mí. Y será tu turno de devolverme el favor. 

 La amistad y la ayuda mutua son muy importantes. 

 Tomás, conmovido por el gesto de Carla, le dijo: 

 —Si todos fueran tan solidarios y agradecidos como tú, el mundo sería un lugar mucho mejor. La gente se sentiría más unida y ayudaría a los demás sin dudarlo. 

 Unos meses después, llegó el cumpleaños de Karla. Ella no esperaba grandes sorpresas, ya que lo único que había pensado era pasar el día con su familia. Esa tarde, cuando menos lo esperaba, sonó el timbre de su casa. Al abrir la puerta, se encontró con Tomás y varios de sus amigos, todos sonriendo y con una caja envuelta en papel de regalo. 

 —¡Feliz cumpleaños, Karla! —gritó Tomás emocionado—. Todos quisimos hacer algo especial para ti, como agradecimiento por ayudarnos y estar ahí cuando te necesitamos. Este regalo es una muestra de nuestra gratitud. 

 Karla, sorprendida y conmovida, abrió el regalo. Dentro, había un libro hecho a mano con dibujos y mensajes de cada uno de sus amigos, contando historias de cómo ella los había ayudado a lo largo de todo este tiempo. 

 —Esto es para recordarte lo importante que eres para nosotros —dijo Tomás—. Gracias por ser una amiga tan especial. 

 Karla, con lágrimas en los ojos, abrazó a cada uno de ellos, agradecida por lo que Tomás y sus amigos estaban haciendo. Se dio cuenta de que las pequeñas acciones de bondad que habían realizado tenían un resultado más grandioso de lo que jamás imaginó. 

Moraleja: Cuando alguien te brinda su ayuda en un momento de necesidad, es fundamental mostrar gratitud y estar dispuesto a ofrecer ayuda a esa persona si lo necesita. La solidaridad y el agradecimiento no solo fortalecen nuestras amistades, sino que también contribuyen a hacer del mundo un lugar más amable y bondadoso.



Cuento : LA GATITA NALA

 



LA GATITA NALA 


Cuento sobre: El respeto y la igualdad. 


 Había una vez una pequeña gatita llamada Nala que tenía un defecto que la metía en problemas: se reía de todo y de todos. Un día, sus dueños la llevaron a un parque de diversiones que estaba lleno de animales de diferentes especies, todos con sus atracciones y espectáculos. 

 Antes de entrar, Nala se prometió a sí misma: —Hoy no me reiré de nadie, seré una gatita educada. 

 Pero tan pronto como entró y vio al primer animal, un canguro haciendo saltos acrobáticos en una cama elástica, no pudo contenerse. Los saltos exagerados del canguro le parecieron tan graciosos que Nala estalló en carcajadas. —¡Ja ja ja, qué saltos tan ridículos! Pareces una grande pelota grande rebotando sin control —gritó Nala, sin pensar en cómo se sentiría el canguro. El canguro, que estaba orgulloso de su habilidad para saltar, se sintió avergonzado y dejó de saltar, bajando la cabeza. Sus saltos, que antes eran llenos de alegría, ahora le parecían torpes y sin gracia. 

 Sin darse cuenta del daño que había causado, Nala continuó su paseo y llegó a la zona donde un elegante flamenco hacía su presentación de equilibrio sobre una pierna. Nala, al ver el largo cuello y las delgadas patas del flamenco, no pudo evitar reírse. 

 —¡Cuidado, no te vayas a caer con esas patas tan flacas! —gritó Nala, riendo tan fuerte que casi perdió el equilibrio ella misma. El flamenco, ofendido, le lanzó una mirada fría y digna. —¡Qué falta de respeto! —dijo con desdén, pero Nala ya se había alejado, dejando al flamenco solo en su elegante pose. 

 Más adelante, Nala llegó a la zona de los lobos, que estaban mostrando sus habilidades de aullido al compás de la luna artificial del parque. Nala, sin poder resistir la tentación, sacó un silbato de su bolso y dijo: —¡Ja ja ja, qué aullido tan desafinado! Aquí tienen, usen este silbato para afinar sus voces. 

 Pareces una escoba —se rió Nala, señalando con una pata. El erizo, que siempre había sido tímido y se sentía inseguro por sus espinas, se sintió herido y se escondió detrás de una roca. 

 Finalmente, Nala se dirigió a la zona de los mapaches, conocidos por sus habilidades para robar comida. Los mapaches, que estaban jugando con algunas golosinas, observaron a Nala mientras se acercaba. Uno de ellos, el más travieso, dijo en voz alta para que todos lo oyeran: —¡Miren, qué gatita tan arrogante! 

 —¡Qué bigotes tan feos, parecen hilos mal cosidos! —dijo otro. —¡Y esas orejas, parecen antenas! —exclamó un tercero. —¡Y esa cola, parece una escoba vieja! —gritó un cuarto, mientras todos los mapaches seguían riendo. 

 Por primera vez, Nala sintió lo que era ser el centro de las burlas. Su alegría se desvaneció, y con los ojos llenos de lágrimas, corrió a esconderse detrás de una gran rueda de la fortuna. Se sentó allí, mirando su reflejo en el espejo de un puesto de premios, y se dijo a sí misma: —No es cierto... Mis bigotes no están mal cosidos, mis orejas no son antenas, y mi cola no es una escoba. 

 Pero, aunque sabía que los mapaches no tenían razón, el dolor de sus palabras la había herido profundamente. Se quedó allí, pensando en todas las veces que ella se había reído de los demás, sin pensar en cómo se sentirían. Después de un rato, se secó las lágrimas y decidió hacer algo al respecto. 

 Los lobos, que estaban orgullosos de sus aullidos, se sintieron heridos por la burla. Se miraron entre sí, tristes y molestos, y uno de ellos murmuró: —Nunca nadie nos había humillado así... 

 Pero Nala no se detuvo ahí. Continuó su paseo y llegó al área donde un erizo estaba mostrando su habilidad para enrollarse en una bola defensiva. —¡Ji ji ji, qué espinas tan raras! 

Despues de esto, Nala regresó donde estaban los animales, con la cabeza baja y el corazón lleno de arrepentimiento. Primero, fue a ver al canguro. —Lo siento mucho, señor Canguro. No debí reírme de sus saltos, son impresionantes y únicos. 

 El canguro, todavía un poco triste, vio la sinceridad en los ojos de Nala y aceptó su disculpa. —Gracias —dijo—. Me alegra que lo entiendas. 

 Luego, Nala fue donde el flamenco, los lobos y el erizo, pidiendo disculpas a cada uno por su comportamiento. Finalmente, llegó a la zona de los mapaches. Esta vez, no se acercó demasiado, pero les gritó desde una distancia segura: —Lo siento por haberme reído de ustedes antes. Ahora sé lo que se siente, y no lo haré nunca más. 

Los mapaches, que también habían reflexionado sobre su comportamiento, dejaron de reír y aceptaron sus disculpas con un movimiento de cabeza. Ya Nala, había aprendido una valiosa lección en día. 


Moraleja: Tratar a los demás con respeto es fundamental, ya sean personas o animales. Las palabras y las acciones pueden herir más de lo que pensamos, pero también tienen el poder de sanar ofensas cuando nos disculpamos y aprendemos de nuestros errores.  




martes, 17 de diciembre de 2024

EMANACIONES DE LA MENTE

 


Titulo de la Obra:  EMANACIONES DE LA MENTE

 

Un torrente de pensamientos y emociones que se desborda desde lo más profundo del ser, creando colores y formas que se irradian desde el interior.



FICHA TÉCNICA

Realizado:   SOBRE LIENZO
Medidas: 1.35 X 90  Cms.
Técnica: OLEO






domingo, 15 de diciembre de 2024

 



TALLER DE DIBUJO

 

                         Asociación de Artista Plásticos Coffee Latin Art


       Año:  2017








 


X

 



PINTANDO PARA LA BIENAL DEL  - 2018 

 

                        Asociación de Artista Plásticos Coffee Latin Arts


      Años: 2018