LA MAGIA DE LAS IDEAS
Cuento sobre: Creatividad.
En un árbol, cerca de un bosque lleno de vida
y color, vivía un cuervo llamado Kiro. A
diferencia de los otros animales, Kiro no era el
más fuerte ni el más veloz, pero poseía una
cualidad especial: su habilidad para pensar de
manera diferente. Mientras los demás animales
se destacaban por sus habilidades físicas o su
velocidad, Kiro era conocido por su ingenio.
Siempre encontraba formas nuevas y originales
de resolver problemas, aunque los otros
habitantes del bosque no siempre comprendían
su manera de ver el mundo.
El bosque, con su diversidad de especies, era
un lugar de constante actividad. Los castores
construían sus refugios y rompeolas, los ciervos
pastaban en las praderas, y las aves llenaban el
cielo con sus cantos. Todos los animales tenían
una tarea, y aunque no siempre entendían o
compartían las ideas de Kiro, lo respetaban por
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su forma tranquila y reflexiva de abordar los
desafíos.
Un día, surgió un problema que afectó a
todos: el río que fluía por el valle se había
secado. Los animales, preocupados,
comenzaron a buscar soluciones. Sin el agua
del río, las plantas no crecerían, y pronto el
bosque entero sufriría. Los castores, siendo
expertos constructores, intentaron cavar
canales que pudieran llevar agua desde otras
fuentes. Los elefantes, con su enorme fuerza,
cavaron pozos profundos, esperando encontrar
agua subterránea. Las aves, siempre listas para
explorar, volaron lejos en busca de nuevos ríos.
Sin embargo, nada parecía funcionar. Día tras
día, los intentos fallaban, y la desesperación
empezaba a extenderse entre los animales. Sin
agua, el bosque entero estaba en peligro de
marchitarse.
Kiro, desde su posición privilegiada en lo alto
de un árbol, observaba la situación. Sabía que
debía hacer algo, pero en lugar de unirse a los
esfuerzos físicos de los demás, decidió tomar
otro enfoque. No era cuestión de cavar más
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profundo o de volar más lejos. La solución,
debía estar en entender por qué el río se había
secado en primer lugar. Así que se sentó en
silencio, observando, pensando y reflexionando
sobre lo que había ocurrido.
Durante varios días, mientras los demás
seguían cavando y buscando, Kiro analizó el
problema desde distintas perspectivas.
Finalmente, tras muchas horas de observación,
descubrió la causa del problema: una gran roca
había caído desde la montaña cercana y
bloqueaba el curso natural del río. El agua, que
antes fluía libremente, ahora se acumulaba
detrás de la roca, sin poder llegar al valle.
Con este descubrimiento, Kiro voló hacia el
claro central del bosque, donde los animales se
reunían para discutir sus intentos fracasados.
Con calma, les explicó lo que había visto.
Muchos se mostraron incrédulos. ¿Cómo podía
una simple roca causar tanto daño? Algunos,
agotados por sus esfuerzos, se resistían a creer
que la solución pudiera ser tan sencilla.
—No tenemos que cavar más ni buscar agua
lejos —dijo Kiro, con una seguridad tranquila—.
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Solo necesitamos liberar el río. Si unimos
nuestras fuerzas, podemos mover la roca y
hacer que el agua fluya de nuevo.
Al principio, los animales lo dudaron. Las
soluciones que Kiro proponía siempre eran
inusuales, y aunque habían visto su ingenio en
problemas más pequeños, enfrentarse a una
roca tan grande parecía imposible. Pero la
determinación del cuervo y su enfoque diferente
los hizo pensar. ¿Qué tenían que perder?
Habían intentado todo lo demás.
Finalmente, decidieron intentarlo. Siguiendo
el plan de Kiro, las aves comenzaron a levantar
las pequeñas piedras que rodeaban la gran
roca, mientras los castores y otros animales
más grandes empujaban con todas sus fuerzas.
Los elefantes usaron su trompa para mover las
piedras más pesadas, mientras los ciervos y
jabalíes empujaban desde el lado opuesto.
Todos trabajaron juntos, coordinados bajo la
dirección de Kiro, quien volaba de un lado a otro,
asegurándose de que cada animal supiera qué
hacer.
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Después de horas de trabajo, la roca, que
parecía inmovible, finalmente comenzó a
moverse. Un crujido resonó por todo el valle
cuando, poco a poco, la roca se deslizó y el
agua comenzó a fluir de nuevo. Al principio, solo
fue un pequeño arroyo, pero pronto el río volvió
a su cauce habitual, llenando de vida y
esperanza el bosque.
Los animales celebraron con alegría y
gratitud. Saltaban y corrían alrededor del río,
disfrutando del agua que tanto necesitaban. El
bosque volvió a llenarse de colores vibrantes y
el aire fresco volvió a recorrer las copas de los
árboles. Desde lo alto de su árbol, Kiro sonreía,
sabiendo que había hecho algo más que
solucionar un problema: había demostrado que
pensar de manera original y encontrar
soluciones creativas era tan importante como la
fuerza y la habilidad.
A partir de ese día, los habitantes del bosque
comenzaron a valorar no solo el esfuerzo físico,
sino también las ideas y los enfoques
diferentes. Aprendieron que, a veces, la
solución más efectiva no es la más evidente, y
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que la creatividad puede ser la clave para
resolver grandes problemas.
Los animales nunca olvidaron esa lección. Y
cada vez que enfrentaban un nuevo desafío,
recordaban las palabras de Kiro: “Abrir la mente
es el primer paso para encontrar la solución.”
Moraleja: Las soluciones sorprendentes
surgen al pensar de manera diferente. Al abrir
nuestra mente, encontramos la clave para
resolver grandes problemas.
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