Carta, al Silencio
Autor: Jaider Arango Cardona
Querido Silencio,
Hoy, me sumerjo en tus profundidades con una gratitud que
trasciende las palabras. A lo largo de mi vida, has sido mi
refugio, mi confidente y mi guía en momentos de necesidad. Tu
presencia tranquila me ha brindado una paz interior y claridad
que no puedo encontrar en ningún otro lugar.
En medio del caos y el ruido del mundo, tú eres el oasis al que
siempre puedo recurrir. En tus brazos, encuentro la calma que mi
alma anhela y la oportunidad de conectarme conmigo mismo en
un nivel profundo. Has sido testigo de mis pensamientos más
íntimos y mis emociones más complejas, que nunca has juzgado
ni interrumpido.
En momentos de confusión, el silencio se convierte en mi aliado
más cercano. Me permite despejar mi mente, alejar las
distracciones y enfocarme en lo que realmente importa. En tus
espacios de reflexión me he permitido descubrir mi verdadero
ser, mis valores y mi propósito en la vida.
A menudo, te busco en los momentos de soledad, cuando la
noche se cierne y las estrellas son testigos de nuestras
conversaciones silenciosas. Es entonces cuando encuentro
consuelo en tu abrazo y la seguridad de que siempre estarás ahí
cuando te necesito.
Quiero decirte a ti Silencio, que tu regalo más grande es la
capacidad de escuchar. A través de tu escucha profunda, he
encontrado respuestas a preguntas que ni siquiera sabía que
tenía. Has sido mi consejero más sabio, ayudándome a tomar
decisiones importantes y a comprender mi propio ser.
En el vasto y caótico escenario de la vida, quiero dirigirme a ti
como el fiel compañero de mis pensamientos más íntimos, el
maestro de la contemplación y la voz más suave en medio del
bullicio. A lo largo de mi viaje, has sido mi refugio sagrado, mi
guía silenciosa y mi fuente inagotable de sanación interior.
En tu abrazo tranquilo, encuentro la quietud que anhela mi alma
y el espacio donde puedo escuchar el eco de mi propio ser en su
forma más pura.
Has sido testigo de mi alegría más vibrante y mi tristeza más
profunda, sin prejuicios ni juicios. A través de los altibajos de la
vida, has sido la constante que me recuerda que, en tu presencia,
siempre puedo encontrar paz.
El silencio me permite apartar las distracciones del mundo
exterior y mirar hacia adentro, donde se encuentra la sabiduría
que a menudo olvido que poseo. Tu calma me guía a través del
laberinto de mis pensamientos, llevándome hacia la claridad y la
comprensión.
A menudo, te busco en las horas tempranas de la mañana o en
los momentos más tranquilos de la noche, cuando el mundo se
aquieta y las estrellas se convierten en tus cómplices silenciosas.
Es entonces cuando encuentro la paz que busco y la sensación de
estar conectado con algo más grande que yo.
Silencio, tú eres el faro que me ilumina en medio de las
tormentas de la vida, el refugio donde encuentro la verdad en su
forma más pura y la voz que me susurra las respuestas a las
preguntas más profundas. Eres un regalo preciado y un tesoro en
mi vida, y te honro con gratitud infinita.
A través de ti, he aprendido a encontrar la serenidad en el caos,
la sabiduría en la quietud y el amor en la simplicidad.
Con profundo agradecimiento,
JAIDER ARANGO CARDONA